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  • Writer's pictureDaniela Ibáñez

El Mise-en-Abyme del Liberalismo

Updated: Jul 4, 2020


Cuando pienso en como postular mi defensa filosófica hacia el liberalismo pienso en el mise-en-abyme. Este es un dicho francés comúnmente utilizado en el género de las artes para describir una imagen que se repite infinitamente. Piensa, cuando has entrado a un cuarto, comúnmente a un baño, que tiene a dos espejos mirándose entre sí. Cuando tu entras al espacio ves tu imagen reflejada hacia el infinito. Esta es la experiencia de entender el fenómeno del liberalismo.

Después de estos meses de encierro y de pandemia me encuentro siendo más liberal que nunca, por lo que este artículo no es un ataque contra el liberalismo. Pero si postula la siguiente pregunta: ¿cuál es el límite del liberalismo? Y es aquí cuando la imagen del mise-en-abyme entra en el juego filósofico, con el “Principio del Daño” de John Stuart Mill. Este filósofo, fue uno de los primeros en tener una defensa importante del liberalismo. En su libro “On Liberalism”, Stuart Mill decía que las libertades individuales son la base de toda sociedad sana y democrática pero este si tiene un límite: apenas le ocasiones daño a otra persona. Y aquí Stuart Mill nos deja en un debate: ¿qué interpretamos como el daño mínimo que justifique privar de la libertad a la persona injuriosa? Stuart Mill da una respuesta bien vaga: este daño tiene que estar ligado a un ataque hacia los intereses importantes de la otra persona. Pero: ¿qué son estos intereses, qué intereses se califican importantes, y quién es el juez moral de todo este debate?

En un mundo liberal anárquico, el juez es la misma persona a la cual se le ha cometido el supuesto daño. Pero, esta persona no es claramente una persona imparcial. Y es aquí cuando entra la imagen del mise-en-abyme. Esta persona se mira al espejo y empieza una introspección infinita acerca de si misma, cuáles son sus intereses, que intereses están en juego. Y bueno la solución obvia, y también apoyada por Mill, es que el juez de los intereses de esta persona, enfrentada al ‘agresor’, tiene que ser una tercera persona. En las sociedades actuales a este tercer ente le llamamos gobierno. Siendo más específicos, al sistema de justicia. Por lo que un liberal minarquista apoya la existencia de un gobierno mínimo que respalde la seguridad y la justicia, nada más, según el reconocido economista argentino Javier Milei.

Por lo tanto, a los queridos lectores, cabe una lección importante acerca del liberalismo. El liberalismo no se restringe al plano económico. No solo se trata de estar en contra del control de precio, de nacionalizaciones de empresas, de bancos centrales con tentáculos gelatinosos. Diría que el interés universal de casi todos los ciudadanos es la propiedad privada, de lo que es tuyo, de lo que te ganaste la vida trabajando. Y aquí nadie tiene el derecho a quitártelo, y no tienes que mirar a ningún espejo para entender cuáles son tus intereses porque la imagen es bien simple. Y no sólo te respalda el presente, pero el pasado, la historia que claramente apoya a esta tendencia.

Empezamos a prosperar significativamente en la sociedad cuando entendimos a respetarnos los unos a los otros. Tú vives tu vida, yo la mía. Si tenemos intereses en común, sea por ejemplo el cambio climático, tengamos empatía. El egoísmo no nulifica a la empatía en la sociedad de consumo y no debería. El egoísmo debe ser relegado a la practicidad y la empatía elevada a nivel cultural. No impuesta, pero fomentada y enseñada de una manera muy simple: yo te respeto y tú me respetas.

Mirémonos todos al espejo con detenimiento, y así empezaremos a prosperar.

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