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  • Writer's pictureDaniela Ibáñez

Líder soberbio no es líder

Updated: Oct 28, 2020


Show-off, hijo de mamá, complejo de Lord Inglés, bueno para nada, es pura boca, figuretti, corrupto de m***

Muchas veces hemos escuchado estas palabras de parte de conocidos, o en reuniones entre familiares o amigos, se refieren a nuestra clase política. A nuestros líderes. A aquellas personas que ostentan más seguidores en Twitter que aliados personales, sobran los dedos de la mano para contar estos últimos

Es triste. El globo artificial que es el Broadway show de la política, en el que muchos te escuchan, otros te digieren, otros te siguen solo para responderte a la contraria, y una minoría muy pero muy chica te alienta. ¿Debe ser un escenario bien solitario el de la política, no? Mucha luz, un teatro impecable, otoñal, barroco de colores crema y ángeles colgando, cortinas de tela roja de terciopelo para anunciar tu llegada, y de repente cuando es tu hora de actuar te topas con un escenario vacío. Que triste.

Se dice que quien hace política es de naturaleza una persona que sufre de soberbia y desorden de narcisismo extremo. Personalmente no creo que esta sea la regla, pero de todos modos se ostenta un sentido de la autoestima,al menos ambiciosamente moderado, y en muchos casos con gran certeza elevado. Aquellos actores políticos en el espectro moderado son muchas veces aquellos cuya ambición no es hacer despliegue de su gran liderazgo, amor al pueblo o caridad natural, sino genuinamente ayudar al progreso implementando políticas públicas innovadoras y así asegurar sus libertades personales, y las del resto de la población en el camino.

Un líder nato, un líder real, no debe ser soberbio. Debe saber comunicar sus ideas, sí. Capaz tiene un sentido del humor elevado - Churchill, Obama - a veces puede ser tímido y técnico - Merkel - o a veces ni siquiera persigue el cargo, y sin embargo, una vez en este, resulta lo mejor que le pudo ocurrir a la institución.

Deseo para el cargo del Presidente del Perú, una persona que realmente no se sienta, como se dice groseramente, la última chupada del mango, sino que verdaderamente sea alguien que tenga la suficiente humildad para liderar un país, rodearse de los mejores, construir puentes con la oposición, ver hacia otros países como ejemplo, y no creerse el dueño de la única y gloriosa verdad. Porque seas Presidente, vendas morochas en una bodega, dirijas una compañía, o te transportes en combi o en Audi, todos tenemos algo en común. Nadie sabe con certeza la verdad de todas las cosas. Y así debemos manejarnos en la vida, especialmente en la política.

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