Daniela Ibáñez
La polarización no es el problema

Diversos corresponsales extranjeros y columnistas locales generalmente intentan explicar la raíz de nuestros problemas en artículos para medios tradicionales que no te permiten leer más allá del paywall. Ellos señalan que la polarización es la raíz de todos nuestros problemas. Es la hierba mala que ahorca todo lo que se pasa por su lado, que en sus malignos tentáculos ahoga toda capacidad de crecimiento o de tener una democracia viable. Generalmente estos columnistas se auto identifican de centro o “liberales republicanos” de manera contradictoria, y desde el más alto podio de su auto-percibida superioridad moral, nos vienen a dar migajas de sabiduría en sus selectas 600 palabras en los más prestigiosos diarios.
¡La polarización es el problema! Claman todos en conjunto en una cacofonía que tiene ecos reverberantes en la red social X en la cual se resisten en quedar a pesar que su nuevo dueño, Elon Musk, es su enemigo mortal. La polarización es el problema porque genera fisuras indivisibles en la sociedad, y no permiten que todos nos tomemos de la mano y caminemos juntos al tesoro donde se origina el arcoíris de la democracia. La polarización es el problema porque no permite que surja de manera natural el líder mesiánico del centro republicano que rescate a nuestra democracia desfalleciente, aquel con tonos grises al estilo schnauzer y con un pañuelo de señor distinguido que frecuenta librerías inspiradas en el ambiente europeo.
Pero desde aquí vengo a dar mi humilde opinión y es que la polarización no es el problema. Y no es por dar la contra. La polarización es una consecuencia natural de vivir en democracia. Sin polarización no hay discusión política, no hay enfrentamiento de ideas, no hay concertación. Y aquí capaz me pueden criticar y me pueden decir que me estoy contradiciendo a mi misma. Pero no, todo lo contrario, sin polarizar no tendríamos el incentivo de pactar y concertar. Sin polarización seríamos gelatinas de fresa de hospital, con estructura blanda e insuficiente para soportar ambientes más allá de lo quirúrgico o una refrigeradora del hogar. La política se encuentra en los momentos incómodos, en el caos y en la necesidad de desenredarlo. ¿Tienen la percepción que en las monarquías constitucionales europeas en las que en el fondo aspiran vivir, no hay problemas del mismo tipo que nosotros vivimos? ¿No saben lo difícil que es hacer gobierno en España, o que Boris Johnson haga sus fiestas en secreto en Downing Street? La polarización existe más allá de nuestras fronteras y es algo que viven todas las democracias.
La polarización no es el problema y es un estado natural de las cosas. La armonía y el orden son una ilusión óptica, algo que sucederá capaz cuando la inteligencia artificial ya nos haya convencido de que nos gobierne, pero antes, mientras los humanos sigamos gobernando y exista un tejido social, la polarización seguirá existiendo. Es una verdad incómoda; pero ser maduros políticamente es aceptar mirarla a la cara de frente, como aquellos aventureros que se van al bosque y se topan con un oso que se los quiere comer, pero milagrosamente salen vivos.
La polarización es necesaria porque fuerza a los individuos dentro del espectro político a tomar posición. Yo creo que no debe ser un tabú exhibir cuáles son tus posiciones políticas, por lo contrario creo que si te consideras una persona políticamente activa es moralmente necesario hacerlo. Porque si no caes en el juego de la gelatina, te identificas de centro para no caerle mal al estómago a nadie. Es así, en la política tienes que sentar posición sino no vas a llegar a nada, sino tu posición siempre es entreguista, y no se basa en un cuerpo de ideas. Por eso, y a pesar que nos separa un mundo de diferencias, me parece más razonable debatir con un marxista, que con un centro-gelatinoso, que podría cambiar de posiciones en medio del debate dependiendo del grado de sentimentalismo o incomodidad que sienta a través de la interacción.
La polarización es necesaria porque nos fuerza a tener un debate en base de ideas y no de intereses. El debate en base a ideas siempre va a ser más sólido que el debate en base a interpretaciones de hechos históricos. Y pues, el centro gelatinoso siempre va a querer mover el debate en base a lo que ha ocurrido a través de la historia y no en base a un cuerpo filosófico. Y pues no está mal describir la historia, pero aquella descripción debería ser funcional a una interpretación más profunda sobre la naturaleza de cómo debemos interactuar en sociedad. Aquello está en el espectro de las ideas, y si no me creen lean a Platón, que definitivamente tiene más autoridad que yo en esta materia.
Repito, la polarización no es el problema.