Daniela Ibáñez
Las preguntas que nos hacen a los analistas políticos
...y porque a veces son muy difíciles de resolver

¿Qué crees que va a pasar?
¿Crees que el Congreso va a sacar a Castillo o que va a haber golpe de estado, que renunciará o que lo van a meter a la cárcel?
¿Crees que habrá adelanto de elecciones?
¿Por qué crees que la gente no marcha? ¿Especialmente los jóvenes?
¿Qué crees que va a pasar luego que salga Castillo, sea pronto o en 5 años?
Cuando decidí meterme en esta profesión, tenía (y tengo) un genuino interés por entender la realidad política. Por ejemplo, me motivaba entender cuáles eran los factores que motivaban las acciones de los diferentes actores de la sociedad para tomar respectivas decisiones; por qué las personas votan como lo hacen; porque deciden resolver conflictos o por el otro lado, incitar a la protesta; cuales son las diferentes maneras de expresar inconformidad, o de organizarse en grupos para crear movimientos. Me interesaba conocer cómo se forman liderazgos en los gobiernos para sacar políticas públicas adelante o como las ideas evolucionan a proyectos más grandes. Me parece fascinante entender, cómo el pasado histórico, las relaciones con distintos países, el impacto de un liderazgo mesiánico o turbulento, el descubrimiento de recursos naturales, pueden muchas veces determinar la trayectoria de desarrollo de un país.
La razón por la que me gusta tanto la política es que, justamente por lo que es tan complicada, nunca llegaré a comprenderla totalmente y por lo tanto es una eterna fuente de conocimiento. Es complicada porque involucra a personas - ya de por si a veces universos indescifrables - interacción grupal - con ciclos y alianzas impredecibles - lugares - con infinitos potenciales de descubrimiento - ideas abstractas - que datan de siglos de siglos y solo la computadora las conoce todas y aún así, siempre puede surgir un nuevo genio filosófico en nuevas generaciones. Me gusta la política porque sé que nunca llegaré a ser una maestra del todo y por lo tanto tendré un infinito reto, y siempre tendré algún libro, video, charla o concepto que buscar y aprender para conocerla mejor.
Pero más allá de lo que me guste, o lo que nos guste a los aficionados y a los que nos dedicamos a la profesión del análisis político, existe una demanda que no necesariamente es compatible con las herramientas que manejamos. La pregunta más frecuente del cliente es: ¿qué crees que va a suceder? ¿Qué crees que va a hacer x? ¿Qué crees que yo debería hacer para no construir anticuerpos?
La demanda por lo tanto, no es entender el presente a través del pasado, la demanda es entender el futuro y plantear puntos de acción en el presente para que se vuelva realidad lo deseado. Y con clientes me refiero a personas de todo tipo que exigen de algún modo que las tuercas de nuestro cerebro político empiecen a girar. Desde el cliente empresarial, hasta mi abuela los Domingos en el almuerzo que leyó el periódico y se quedó con preguntas, el periodista que quiere satisfacer las preguntas de su audiencia entonces te invita a su programa, o el taxista que acabas de conocer y que le dijiste que eras analista política. Siempre todo el tiempo la respuesta más demandada surge de la pregunta: ¿y qué crees que va a pasar?
Tengo que confesar, como dije en un tweet en una previa ocasión, que usualmente la respuesta a esta pregunta es muchas veces imposible ante un presente que cambia cada cinco segundos a luz de nueva información - como suele ser en el Perú. Muchas veces involucra que el politólogo le haga una visita a la persona que lee las cartas o ve a través de una ola de cristal o se comunica con seres sobrenaturales que tiene conocimiento del continuo espacio-tiempo. Para los más técnicos existe el planteamiento de escenarios políticos, y a pesar que es una fascinante herramienta, no garantiza la predicción de lo que va a suceder con absoluta certeza.
Los politólogos fuimos entrenados en teoría institucional, en teoría de juegos - para los más inclinados a la lógica y matemática - en estadística, historia, conocimiento sobre ideologías y hasta cierto punto comportamiento humano. A nuestra disposición tenemos la poderosa herramienta de las encuestas de opinión pública, las tablas cruzadas, nuestras notas universitarias, las conversaciones con amigos de otros países con circunstancias turbulentas políticas, las biografías o libros de historia, etcétera.
Todas estas herramientas son limitadas y capaz en algún momento parte de la profesión será reemplazada por la inteligencia artificial por la complejidad de la tarea que supone entender lo que podría suceder. Hay simplemente demasiadas variables y demasiados modelos posibles como para poder articularlas.
Pero bueno, el negocio de la política, siempre será un negocio humano entonces hasta nuevo aviso, seguiré por aquí…