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  • Writer's pictureDaniela Ibáñez

Lord Pueblo




Había una vez en un reino muy muy lejano, un señor que se llamaba Lord Pueblo, que le preguntó a un espejo mágico cuál era su destino. Este espejo era capaz de responder a todas sus preguntas pues conoce el pasado, el presente e inclusive el futuro. Lord Pueblo era una criatura mágica que tenía el poder de controlar la mente de millones de personas. Sus padres lo desterraron y lo enviaron a deambular por el mundo, encontrando territorios en donde vivían personas con mentes muy fáciles de controlar y manipular. Entre sus viajes, arribó al Perú, y al parecer se quedó allí. Sacaba su espejo mágico cada elección, para ver qué candidato le convendría mejor al pueblo, y tras una serie de preguntas y respuestas, llegaba a un veredicto.


Pero Lord Pueblo nunca eligió bien. Y por lo tanto, sus súbditos mentales tampoco nunca lo hicieron. Lord Pueblo estaba muy preocupado en preguntarse qué candidato lo representaría mejor, pues quería que gobernara alguien que se asemeje más a él, pues tras tantos años de consultar al espejo, se había vuelto soberbio y adulador de su propia imagen. Podía hacerle todas las preguntas del mundo a tal espejo mágico, pero solamente tomaba por respuestas válidas aquellas que reforzaban su punto de vista. Rechazaba aquellas respuestas que exhiben realidades que para él, eran muy difíciles de creer.


Parte de la población peruana, parece elegir al mandatario con los criterios de Lord Pueblo. Tenemos todas las herramientas a nuestra disposición para saber toda la información acerca de candidatos y sus propuestas, elección tras elección. Pero muchas veces nos topamos con espejos engañosos, queremos elegir a quien en nuestro criterio, nos “represente” mejor y no necesariamente quien sería una opción ideal para gobernar. El ego nos pasa una mala jugada, y a pesar de lo evidente, terminamos eligiendo mal. Tal ha sido el caso de elecciones sucesivas en el Perú, y la elección de Pedro Castillo no es una excepción. Pero es más decepcionante.


Me atrevo a decir que después de este año, ya no somos los mismos. Sorprendentemente hicimos todas las preguntas correctas, sabíamos todo acerca de los candidatos, pero una vez más elegimos con el mismo criterio: por las personas y no por sus ideas. El mal empezó en la primera vuelta, con las opciones de derecha siendo evaluadas con criterios infantiles, muy pocos se detuvieron a ver sus planes de gobierno y las propuestas que tenían. Tanto los planes de gobierno de De Soto y de López Aliaga dejaban mucho que desear, y no se alzaban al estándar que muchos seguidores suyos le atribuían pues los idealizaban. Fujimori no pudo pasar el trauma de una narrativa mediática en su contra los últimos 5 años y por lo tanto, no le pudo ganar a Pedro Castillo. Muchos se dedicaron a preguntarle al espejo todas las preguntas sobre Castillo y muchas fueron resueltas a lo largo de la segunda vuelta. Pero para muchos primó el criterio superficial de considerar quien mejor lo representa, y no quién hubiera podido gobernar mejor el país. Primó la soberbia y el odio que caracteriza a Lord Pueblo.


Puedo decir que tras este año, yo no soy la misma. Es la primera elección que experimento como profesional y analista observadora. Me sorprende lo mucho que hemos cambiado en un año. Hemos pasado de comenzar el año con un Presidente alabado por muchos por sus credenciales, pero que a final de cuentas se cuestiona su talante democrático al fijar las reglas para una elección a la mesa directiva por una minoría congresal que devino en su ocupación del sillón presidencial por medio año. Su antecesor, vacado por incapacidad moral, seguía siendo el personaje político más popular del país a pesar de serias acusaciones de corrupción. Nuestro tan bajo criterio democrático nos trajo nuevamente a la peor opción posible al asiento presidencial, alguien que se saltó todas las reglas, y el pueblo peruano que él dice representar, se lo permitió.


Al saber el resultado temí, especialmente por la radicalidad que podría conllevar la consecuencia de los planteamientos de sus aliados políticos. Pero estos meses han demostrado, que su intención es reemplazar una élite caviar con una élite de su confianza para su beneficio personal. Para quienes pensaron que Castillo era un soñador o un visionario, demostró ser más de lo mismo. Primaron criterios amicales y de confianza en asignación de puestos clave, mostró falta de decisión a cada momento, concretó reuniones clandestinas, no respondió ante graves indicios de corrupción. Hemos retrocedido a épocas pasadas, el temor que algunos tenían con Fujimori, pero que su opositor se resolvió en concretar.


Los espejos mágicos no sirven de nada cuando no hacemos las preguntas correctas. O cuando decidimos ignorar las respuestas.


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