David Tejada
¿Por qué no hay partidos políticos en el Perú?
Levitsky, S & Zavaleta, M. (2019)

Puede que el Perú constituya el caso más extremo de colapso partidario de América Latina. El quiebre del sistema de partidos y de la democracia peruana a comienzos de la década de 1990 ha sido ampliamente estudiado. Lo que sorprende, sin embargo, es que el proceso de descomposición partidaria prosigue un cuarto de siglo después del colapso inicial, y quince años después de la redemocratización. (Levitsky & Zavaleta, 2019, p.23).
Todos los partidos creados después de 1990 colapsaron, no lograron alcanzar importancia electoral a nivel nacional o no pasaron de ser vehículos estrictamente personalistas. En la actualidad, la mayoría de los políticos son independientes que en cada elección crean su propia lista o negocian un puesto en la de otros. De este modo, los partidos han sido reemplazados por “coaliciones de independientes”. (Levitsky & Zavaleta, 2019, p.24)
Luego de que los partidos colapsaran, los políticos desarrollaron estrategias alternativas (como el cambiar de partido y la utilización de sustitutos partidarios) que les permitieron ganar sin ellos. Al facilitar los esfuerzos de los políticos para “ir por cuenta propia”, la difusión de dichas estrategias debilitó aún más los incentivos para la construcción partidaria. (Levitsky & Zavaleta, 2019, p.24).
El sistema de partidos peruano colapsó a finales de la década de 1980 y a comienzos de la siguiente, bajo el peso de una crisis hiperinflacionaria y de la devastadora insurgencia senderista. (Levitsky & Zavaleta, 2019, p.25).
En cada elección fue creando un nuevo vehículo personalista: Cambio 90 en 1990, Nueva Mayoría en 1992 y 1995, Vamos Vecino en 1998 y Perú 2000 en el 2000. Los partidos se desintegraron durante los ocho años del Gobierno autoritario de Fujimori [...] Para el 2000, los esfuerzos de construcción de partidos habían efectivamente cesado. Los cinco principales candidatos en la campaña presidencial del 2000 (Alberto Fujimori, Alberto Andrade, Alejandro Toledo, Federico Salas y Luis Castañeda) encabezaban todos los vehículos personalistas. (Levitsky & Zavaleta, 2019, pp. 25-26).
El renacer del APRA y el PPC estuvo impulsado casi íntegramente por el desempeño electoral de García y Flores, respectivamente. La performance electoral de ambos partidos se desplomó en el 2011, cuando ninguno de los dos fue candidato. Las nuevas agrupaciones surgidas en la primera década del siglo XXI […] eran poco más que etiquetas de candidatos personalistas [...] todos los principales candidatos o bien encabezaban un vehículo personalista (Humala, Keiko Fujimori, Toledo, Castañeda), o no tenían partido en absoluto (Pedro Pablo Kuczynski). (Levitsky & Zavaleta, 2019, pp.27-28)
A partir de un experimento realizado con una encuesta en el 2011, Carlos Meléndez […]clasificó al 6 por ciento de los votantes peruanos como fujimoristas “duros” y a un 10 por ciento adicional como “simpatizantes”. Aunque modestas, estas cifras superan a las de cualquier otro partido peruano, al APRA inclusive, que durante mucho tiempo fue considerado el partido más grande del Perú. (Levitsky & Zavaleta, 2019, p.61).
Alberto Fujimori los despreciaba abiertamente y jamás invirtió en uno propio. Durante su Gobierno creó y desechó cuatro partidos distintos y se opuso a los esfuerzos de su hija que buscaban institucionalizar el fujimorismo después de que fuera encarcelado. Según Keiko Fujimori, su padre “no cree en los partidos. Como buen caudillo, a él no le gusta ceder el poder. Y para construir una organización partidaria tienes que ceder poder”. (Levitsky & Zavaleta, 2019, p.62).
Para el 2013, el partido tenía comités provinciales en 100 de 195 provincias, así como 160 “comités de base” plenamente operativos en Lima. Fuerza Popular fue uno de los pocos partidos nacionales que compitió seriamente en las elecciones regionales del 2014, donde ganó tres de ellas (más que ningún otro partido). (Levitsky & Zavaleta, 2019, p.68.)
[…] el futuro del fujimorismo es incierto. El partido sigue siendo sumamente personalista y en ocasiones se ha visto paralizado por el conflicto entre los albertistas, que se mantienen estrictamente dedicados a la defensa de Alberto, y los keikistas, que sin oponerse abiertamente al primero buscan levantar un partido que le sobreviva. No está claro si el fujimorismo sobrevivirá a la salida de Alberto Fujimori de la escena política. (Levitsky & Zavaleta, 2019, p.68-69).
[…] el caso peruano en su conjunto deja en claro que los incentivos para construir partidos son más débiles hoy en día, y que la competencia electoral no basta para crear tales incentivos. Los partidos fuertes más bien surgen a partir de condiciones estructurales determinadas –como los periodos de intenso conflicto social y político– que solo se dan en raras ocasiones. (Levitsky & Zavaleta, 2019, p. 73).
En ausencia de tales condiciones, el colapso partidario podría en realidad tener un efecto Humpty Dumpty: una vez que los partidos desaparecen y los políticos encuentran los medios para ganar elecciones sin ellos, toda la ingeniería electoral del mundo sería insuficiente para reconstruirlos. (Levitsky & Zavaleta, 2019, p. 73).