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  • Writer's pictureDaniela Ibáñez

¿Vivimos en la barbarie?




“El gobierno de Boluarte es la barbarie porque trabaja para minar las dimensiones básicas que permiten la convivencia civilizada: el estado de derecho, la democracia y una relación con la ciudadanía que se asiente en el respeto y la dignidad de las personas”


- Alberto Vergara


El reconocido politólogo Alberto Vergara ha tenido apariciones mediáticas recientes en las que da a entender que vivimos en un gobierno que se acerca a la autocracia y en el que predomina la barbarie, en alusión a la respuesta de la policía y militares durante las protestas de principio de año. Definitivamente se trata de una acusación bastante severa, dado que al referirse a la barbarie se da a entender que actualmente nos gobierna la crueldad y el salvajismo. En ánimos del diálogo democrático, intentaré responder a la opinión de Vergara, argumentando que a pesar que nuestra actual situación nos deja mucho que desear, hay otros países que la pasan mucho peor, y en muchos sentidos lo que vivimos hoy en el Perú no se compara con nuestro pasado - no tan lejano - bastante bárbaro.


Vergara alude a la barbarie para referirse a lo que sería la precariedad del sistema democrático bajo el gobierno de Dina Boluarte. Es importante entender, en primer lugar, que el gobierno de Boluarte nace de la sucesión constitucional tras el intento del golpe de estado - del sí autoritario, sin ninguna duda, Pedro Castillo - por lo que no se puede decir que su ascenso al poder se trata de un acto de usurpación del poder. Ahora, Vergara definitivamente no estará satisfecho con la definición procesal o minimalista de la democracia y demanda ir más allá con las explicaciones sustantivas ligadas a lo que podría llamarse la legitimidad del régimen. Y aquí definitivamente nos acercamos a un terreno pantanoso porque podríamos vernos tentados a acercarnos a las interpretaciones subjetivas. Pero para evitar esto, existen diversas maneras en las que podemos medir si nos encontramos en condiciones democráticas o no.


Es cierto que los pilares de la democracia han ido deteriorándose en el Perú, sin embargo esto nace mucho antes del gobierno de Dina Boluarte. Según el Economist Intelligence Unit, el Perú el año pasado pasó de ser una democracia defectuosa a ser un régimen híbrido. A pesar de tener un puntaje alto en respeto por el proceso electoral y pluralismo, tenemos un puntaje bajo en cultura política debido a la alta tolerancia hacia golpes militares y por la extrema inestabilidad política. Freedom House también reporta que los derechos civiles y políticos se han deteriorado con los años y encuestas de opinión como el Latinobarómetro muestran un descenso sistemático desde los años 2000 en apoyo y satisfacción con la democracia de parte de la población. Ahora bien, según V-Dem si tenemos un puntaje alto en lo que refiere libertad de prensa, aunque de nuevo esto se encuentra bajo amenaza con la “ley mordaza” que impulsan ciertos grupos parlamentarios (mas no el Ejecutivo). La realidad por lo tanto no se ve en blanco o negro, sino en tonos de gris.


Dicho esto, Vergara también argumenta que vivimos en la barbarie, dando a entender que en el Perú se viven niveles descomunales de violencia, y que en parte el gobierno de Boluarte también contribuye a ello. En un conversatorio, Vergara expresó: “La Presidenta Boluarte incendió el país”. Esto exige hacernos algunas preguntas: ¿la violencia en el Perú es comparable con lo que se vive en otros países del mundo? ¿la violencia en el Perú de hoy es peor a la que se vivió en el pasado? Y aquí la respuesta es definitivamente que no.


Empecemos explorando el nivel de violencia en el Perú en comparación con otros países del mundo. Según datos del Banco Mundial, en el año 2021 Perú tuvo 7,9 fallecidos por cada mil habitantes, posicionándolo en el puesto #113 a nivel mundial en esta métrica. Esto hace que el número de fallecidos por cada mil habitantes en el Perú sea menor que el promedio latinoamericano, de la OECD e inclusive países considerados pacíficos como Suecia. Además, según el Banco Mundial existen 9,5 fallecidos por cada mil habitantes en contextos de fragilidad y conflicto lo cual es una cifra mayor que la del Perú. Para ponerlo en contexto, el año pasado en Ucrania hubo 18,5 fallecidos por cada mil habitantes, en Cuba, 14,6, en Sudán del Sur, 11, y sigue la lista. (Se reconocen las limitaciones de esta data por tratarse de datos pasados y por no incluir fallecidos por fuerza del estado. Se trata de la data que he podido encontrar que más se acerca a pintar una versión general del panorama de la violencia en el país en los últimos tiempos)


Vergara también compara los fallecimientos en las protestas con instancias de violencia en otros países, específicamente el "Bloody Sunday" de 1972 en Irlanda del Norte que cobró la vida de 14 personas. Es cierto que en las protestas de principio de año en el Perú hubo más fallecidos que en Chile durante el estallido social (34), la salida de Evo en Bolivia (30) e inclusive durante la protestas contra la reforma tributaria en Colombia durante el gobierno de Iván Duque (46). Sin embargo, por ejemplo, el ejército y la policía comandada por Nicolás Maduro durante las protestas del 2017, se cobraron la vida de 5 mil venezolanos. Si salimos de la región, en el 2021 las fuerzas armadas de Myanmar mataron a 1,200 personas tras el golpe militar según Human Rights Watch. Eso no quiere decir, que la cantidad de fallecidos en el Perú durante la protesta sea absolutamente lamentable y que cada caso deba ser investigado.


La interpretación de Vergara también da a entender que el poder de las fuerzas del orden en el Perú es descomunal y hay un poder represor al estilo de un Leviatán. Aquí las cifras también refutan esta idea. Nuestro personal militar ha ido decreciendo a través del tiempo. Según World in Data, desde 1980 nuestro personal militar como % de la población se ha reducido en casi una cuarta parte. A cifras del 2019, contamos con casi 5 veces menos personal militar que Brasil, 3 veces menos que Colombia y la mitad que Venezuela. Además, el gasto estatal hacia las Fuerzas Armadas se ha reducido desde el 2015 del 7% del gasto público a 4,5%, y también invertimos mucho menos en defensa per cápita que nuestros países vecinos como Chile, Brasil y Ecuador (Fuentes: Datosmacro, World in Data). Por ejemplo, a cifras del 2020, Perú gastó $80 per cápita en defensa, mientras que Chile gastó $245; Ecuador, $127 y Brasil $93 (Fuente: World in Data).



La segunda pregunta que nos planteamos respecto a la violencia, es sí vivimos hoy en una época más violenta o sanguinaria que en el pasado. Y aquí nos encontramos ante una incoherencia terrible, porque Vergara es afines a grupos que se refieren a la época del terrorismo del Perú como conflicto armado interno, que ciertamente es un eufemismo, y se refieren al regimen de Boluarte como aquel que desata una violencia bárbara. Si es que nos remontamos a la historia reciente además, durante el régimen de Martin Vizcarra tuvimos la mayor cantidad de fallecidos por cada mil habitantes, en lo que ciertamente fue un manejo criminal de parte del gobierno confinado y hacinando a las personas en sus casas, utilizando pruebas rápidas que no ayudaban a la correcta detección del virus, y con una falta de apertura absoluta a la ayuda del sector privado en el manejo de la pandemia. El terrorismo se llevó a 70 mil personas, la pandemia se llevó a 200 mil, pero no, según Vergara hoy vivimos la verdadera barbarie.


En conclusión, desde esta humilde tribuna he intentado argumentar porque realmente las afirmaciones de Vergara no se condicen con la realidad. Esto no quiere decir que la naturaleza de los fallecimientos en las protestas de principio de año no deban ser investigados ni que el estado efectivamente se haya excedido con el uso de las fuerzas del orden - a pesar que hubo mucha violencia de los protestantes además. Lo que intento exponer aquí es que utilizar el calificativo de barbarie debe ser utilizado con cautela cuando vivimos en un mundo en el que existen guerras y autocracias de grandes proporciones. Me he respaldado con datos para exponer dicha realidad, tratando de limitar mis interpretaciones a lo objetivo dentro de lo posible. Espero haber contribuido al diálogo en esta materia.


Fuentes:

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